Al final del día, es difícil resistirse a un último repaso al feed de Instagram o a la bandeja de entrada del mail. Además de restarte horas de dulces sueños, te has preguntado alguna vez, ¿qué le está haciendo a tu piel todo este tiempo frente a la pantalla?
Teléfonos, ordenadores, tablets, televisores… Los dispositivos electrónicos están integrados en el día a del siglo XXI y, aunque evitarlos sea misión imposible, podemos intentar limitar el tiempo de uso y el daño que pueden causar en la piel. Dos palabras clave en todo esto: luz azul.
¿Qué es la luz azul?
La luz azul es una parte del espectro de la luz visible –los rayos UVB y UVA serían los invisibles– más cercana a la luz ultravioleta. La luz azul puede ser emitida por fuentes naturales o artificiales. El sol es la principal fuente natural de luz azul y es considerada beneficiosa. Sin embargo, las pantallas de los dispositivos electrónicos emiten luz azul-violeta considerada perjudicial debido a la frecuencia de uso y la corta distancia frente al dispositivo.
Hoy en día se estima que una persona adulta puede estar delante de una pantalla más de 10 horas al día, lo cual quintuplica el tiempo recomendado de 2 horas. Para ponerlo en contexto, una exposición de 8 horas en la pantalla equivale a 20 minutos tomando el sol sin protección al medio día.
¿Cuáles son los efectos de su exposición?
Mientras que la luz azul proveniente del sol tiene efectos positivos –estimula el sistema cognitivo e incluso mejora el estado de ánimo– la exposición continuada a la luz azul-violeta tiene potenciales efectos dañinos a corto y largo plazo que no deben subestimarse.
- Alteración del sueño: la luz azul-violeta afecta directamente a los ciclos circadianos y reduce la síntesis de la melatonina haciendo que sea más difícil conciliar el sueño. Cuando te expones a la esta luz por la noche, tus células reciben el mensaje de que aún es de día, perjudicando así su proceso de renovación.
- Daños a la vista: se ha demostrado que la luz azul-violeta genera fatiga, irritación y estrés visual que pueden derivar en problemas más serios a largo plazo.
- Efectos sobre la piel: el envejecimiento prematuro de la piel, la hiperpigmentación o el debilitamiento de la barrera cutánea son algunos de los fenómenos cutáneos asociados a la exposición continuada a la luz azul-violeta.
Mirando el vaso medio lleno, la luz azul-violeta también tiene efectos positivos, como por ejemplo tratar de forma específica los brotes de acné.
¿Cómo actúa en la piel?
La luz azul-violeta penetra en la piel llegando a las capas más profundas –más incluso que los rayos UVA y UVB– degradando el colágeno y la elastina, acelerando la aparición de arrugas y la pérdida de elasticidad de la piel. Al mismo tiempo favorece la formación de radicales libres, responsable de la oxidación de la piel, de la aparición de manchas y de debilitar la barrera cutánea.
¿Qué productos protegen contra la luz azul?
Se han convertido en imprescindibles de la vida moderna. Además activar el modo noche en tu teléfono e instalar un protector de pantalla anti luz azul, rodea tu piel de fórmulas ricas en antioxidantes para evitar el enjecimiento prematuro como Susanne Kaufmann Blue Light Defence & Mosturising Mist. Se trata de una bruma ligera en spray que protege específicamente contra la luz azul y que además hidrata y calma la piel. Para el staff de jcApotecari se ha convertido en un producto básico en la oficina.
Otros fotoprotectores solares como Sepai City Shield SPF 50 o PAI British Summer Time Sensitive Skin SPF 30 incluyen ya cierta protección contra la luz azul-violeta. Por último, todos los productos ricos en antioxidantes, como la vitamina C, ayudan a combatir la oxidación y por lo tanto previenen el envejecimiento y demás daños. Tata Harper Bio-Barrier Serum, Le Prunier Plum Oil o MARA Sea Serum Vitamin C son productos ricos en componentes antioxidantes.
Otras formas de prevenir y reducir su impacto
Evitar la exposición nocturna: se recomienda no exponerse a la luz azul-violeta al menos dos horas antes de la hora prevista de sueño. En su lugar, es mucho más beneficioso -en todos los sentidos- la lectura de un buen libro.
Regla 20-20-20: por cada 20 minutos que pases frente a una pantalla, reconduce tu vista hacia un objeto que esté a 20 pies (6 metros) de distancia durante 20 segundos o más, relajando así los músculos de los ojos.
Utilizar gafas protectoras: durante el tiempo frente a una pantalla, intenta llevar siempre gafas con lentes específicas que bloqueen la luz azul-violeta.